"Aquel que solo sabe y recomienda hacer locuras sin que nadie entienda"

6 de mayo de 2013

La casa azul



Cuando el timbre de la puerta sonó por primera vez, los tres se hicieron los dormidos, quedándose muy quietos a la espera de que los otros hicieran el esfuerzo de salir de entre las mantas en aquella fría noche de enero. Ante la insistencia de los timbrazos, Jhon notó cómo sus compañeras de piso se retorcían en sus cálidas habitaciones, en una especie de mensaje en morse que quería recordarle su papel como hombre de la casa, y por tanto, su responsabilidad en lo que a ruidos desconocidos y extraños nocturnos se refería. Remoloneó aún un par de minutos con la esperanza de que quién fuera que estaba interrumpiendo la paz de la noche con tanta insistencia se cansara y volviera en un momento más oportuno. El ruido del timbre cesó y durante unos escasos segundos el silencio más absoluto se instaló en sus oídos. Fue entonces cuando los sobresaltó el ruido de la cerradura; ahora no cabían excusas, se ajustó la manta a su cuerpo  y abrió despacito la puerta de la habitación. Mientras avanzaba por el pasillo a oscuras se preguntaba el motivo por el que se interpretaba que un hombre siempre debe salir al rescate de su hogar. Escuchó un crujido a su espalda mientras un último pensamiento acudía a su mente. "A nosotros también nos dan miedo los desconocidos de medianoche"