"Aquel que solo sabe y recomienda hacer locuras sin que nadie entienda"

30 de noviembre de 2011

Un suerño al anochecer

Abrí los ojos mientras dormía. Era normal despertarse a media noche por esas espantosas pesadillas, sabía que en cierto modo eran reales, pero ya hacía mucho tiempo de eso.
Como cada noche me levanté, me tapé con la suave manta y se me puse las zapatillas de estar por casa. La luz del exterior de la casa entraba por las ventanas. Me gustaba caminar por la oscuridad, donde no era visto ni acosado por ninguna mirada. Y además, no había nadie quien me pudiera molestar.
Abrí la puerta de la habitación y salí al pasillo. Todo estaba oscuro, pero con la poca luz que había se podía avanzar sin ninguna torpeza y llegar hasta las escaleras de mármol.
Toque la barandilla mientras miraba al final del pasillo, allí había un cuadro que desde el primer día que había entrado en esa casa me daba miedo. Era de una señora que le cepillaba el pelo a su nieta mientras miraban el mar por la ventana. Sabía que era un cuadro normal, pero no podía evitar ese escalofrío que me producía siempre al mirarlo esos colores tan fríos.
Cuidadosamente baje las escaleras, cruce el salón y accedí a la cocina por la puerta principal. Me acerqué al fregadero y cogí una taza de color verde. No veía el color, pero sabia por su forma de qué color era.
Tras esto fui a la nevera con ese antojo de cada noche, la abrí, y para no variar el bote de leche no estaba. En ese momento me gire sonriendo, y entonces ella apareció. Todas las noches acabábamos juntos sin ponernos de acuerdo para tomarnos un vaso de leche.
No nos hacía falta hablar, solo apoyarnos el uno en el otro para saber que no nos encontrábamos solos, que por muchos cambios que hubiese en nuestra vida siempre nos apoyaríamos y estaríamos juntos. Pero no todo es para siempre.
Aunque ella no esté delante de mí cada noche. Siempre estará conmigo en alguna parte de mi interior. Por mucho que a veces le eche de menos, o me caiga alguna lagrima, o incluso tenga ganas de cruzar el semáforo en rojo. Siempre que la recuerdo, consigue hacerme sonreír aunque no la vea.

29 de noviembre de 2011

Apariencias

Soy un ser peligroso, sin control, que me encuentro divagando por la vida sin aparentar emoción. Y a pesar de simular tener una coraza, de actuar en diversas ocasiones, o incluso de reprimir cualquier sentimiento; solo me hace falta siete líneas de tu letra para deshacerme en esta realidad. Como el agua en el chocolate.

28 de noviembre de 2011

Malvado y peligroso

No es solo el trabajo que conlleva respirar, pensar, beber agua, o incluso que el corazón lata. Eso son cosas sumamente instintivas que una persona hace sin pedir permiso a nadie, siendo una persona libre. Pero es cuando sientes cualquier tipo de deseo, cuando verdaderamente te encuentras encarcelado, malhumorado, y solo. No te paras a pensar que te gustaría que otras personas te comprendieran porque en el fondo, y aunque se suela decir, nadie comprende a nadie. Solo buscamos nuestro propio bien y por eso nos volvemos tan egoístas. No nos damos cuenta que a nuestro alrededor los demás también sufren, unas veces por amor, y otras porque no les queda nada más que sentir. 
A veces te das cuenta que por mucho que te digan las personas que te quieren en el fondo el 5% de los casos es real. Personalmente no lo echo en cara, yo también he dicho alguna vez un te quiero sin sentir absolutamente nada, pero es ahí cuando nos lleva a la mentira. El mundo se mueve por interés. Unas veces te interesa ir con una persona por miedo a estar solo, otras veces te interesa que te den un beso por mucho que no lo desees, y otras incluso poner una excusa o cambiar un plan porque deseas ver a la persona más importante de tu vida. Son en estos momentos cuando te hacen sentirte mal. No es que se espere grandes cosas de la vida o de ciertas personas, pero en algún momento de la vida, se llega a unas fronteras donde por mucha gente que haya te hacen sentirte solo.
Siempre nos imaginamos las cosas de forma utópica, y esto hace que nos decepcionen. Por eso, la existencia de tantos seres oscuros. No es que nazcan así, sino que se crean. Y lo peor es que cuando vas creciendo con tanta oscuridad a tu alrededor, al final la necesitas para seguir viviendo, alimentándote poco a poco de las cosas malas de los demás. No te das cuenta, pero acude a ti sola, esparciéndose por cada célula de tu cuerpo. Y lo peor de todo es que contra más oscuridad inhalas de los demás, más fuerte te haces, más ágil, habilidoso, malvado y solitario. Al final desconfías de la gente por puro instinto, no te llenan las palabras que te dicen, ni su amor, ni sus sonrisas o alegrías, sino, sus pensamientos negativos, sus planes malévolos y sus malos actos. Lo peor de todo esto es que te vuelves malo por instinto, no por naturaleza. Aprendes a sobrevivir haciéndole el mal a la gente, manipulándoles, respondiendo con sus propias mentiras, y encima descubres que cada vez se te da mejor esa nueva posición en tu vida. 
Pero un día miras atrás, y descubres que no todo el mundo es así, que pocos han luchado porque seas alguien en la vida, pero los has ido perdiendo conforme ibas creciendo, con forme ibas absorbiendo toda la oscuridad de tu entorno. 
Y aunque en un final infinito consigas una vida plena de felicidad, sea por el camino que sea, tras un largo caos, es merecedor a cualquier precio, porque esas es la finalidad de cada uno. Llegar a un estado plenamente de felicidad hasta que cumples con tu destino en esta nueva vida.

27 de noviembre de 2011

romA

A veces solo hay que seguir los impulsos que vienen de dentro, sin importar las preguntas o consecuencias aunque sepas que te vas a chocar contra un muro. A veces andas perdido entre el camino de la razón y el del corazón sin saber qué camino tomar. Pero es en estas ocasiones es cuando te das cuenta que  el corazón tiene el poder de anular a la razón, y esta nunca sucumbirá ante él. E ahí tú eterno conflicto.

26 de noviembre de 2011

Llega la muerte


Existen muchos modos de matar a una persona y escapar sin culpa: es fácil deslizar una seta venenosa entre un plato de inofensivos hongos. Con los ancianos y los niños, fingir una confusión con los medicamentos no ofrece problemas. Se puede conseguir un coche y, tras atropellar a la víctima, darse a la fuga. Si se cuenta con tiempo y crueldad, es posible seducir con engaños, asesinar mediante un puñal o bala en un lugar tranquilo, y deshacerse luego del cadáver. Cuando no se desean manchas en las manos propias, no hay más que salir a la calle y sobornar a alguien con menos escrúpulos y menos dinero. Existen sofisticados métodos químicos, brujería, envenenamientos progresivos, palizas por sorpresa o falsos atracos que finalizan en tragedia.

Existen también una forma antigua y sencilla: la expulsión de la persona odiada de la comunidad, el olvido de su nombre. Durante algún tiempo el recuerdo aún perdura, pero los días pasan y dejan una capa de polvo que ya no se levanta. Todo el pueblo se esfuerza en dejar atrás lo sucedido con los puños apretados y la voluntad decidida, y poco a poco, el nombre se pierde, los hechos se falsean y se alejan, hasta que definitivamente, llega el olvido.

Llega la muerte.

Es fácil. Una vez habituados a él, el olvido resulta sencillo. La mente, que flaquea con la edad, ayuda a enterrar el pasado. A veces las puertas se abren y surgen los antiguos fantasmas. Otras, la mayoría, permanecen cerradas, y los muertos no regresan de la muerte, ni del olvido.

Es fácil. Se olvida todos los días.


25 de noviembre de 2011

Porque el amor es pura locura


Al nacer, se siente miedo de un destino maligno, de no sentirse protegido. Aun después de nacer, apenas es diferente lo que era antes del nacimiento; no puedes reconocer objetos, no tienes conciencia de ti mismo, ni del mundo como algo exterior a él. Sólo sientes la estimulación positiva del calor y el alimento, y todavía no sabes quién te aporta todo eso. 

Cuando vas creciendo y desarrollándote, te vuelves capaz de percibir las cosas como son; experimentando la sed, la satisfacción,… vas entendiendo las diferencias. En ese momento empiezas a darles nombres a las cosas que hay en tu entorno. A su vez, aprendes que el fuego es caliente y doloroso, que la madera es dura y pesada, que el papel es frágil y se puede rasgar. Aprendes a manejar a la gente; sonriendo, llorando… 

Todas esas experiencias se cristalizan en la experiencia del amor. Me aman porque soy hermoso, admirable. Me aman porque me necesitan. Me aman por lo que soy. La experiencia de ser amado es pasiva, incondicional. 

La mayoría de las veces, el problema consiste casi siempre en ser amado, responde con la gratitud y alegría al amor que se nos dedica. Por primera vez en la vida, la idea del amor se va transformando, donde el ser amado, amar. Al amar, se ha ido abandonado la prisión de soledad y el aislamiento, sintiendo una nueva sensación de unión, de colaboración, de unidad. Planteándote que "Amo porque me aman". 

El amor incondicional corresponde a uno de los anhelos más profundos, no sólo de uno mismo, sino de todo ser humano; por otra parte, también nos gusta que nos amen por los propios méritos, porque uno se lo merece. Pero a veces te planteas, quizá no complací a la persona que quiero que me ame. Además, el amor "merecido" siempre deja un amargo sentimiento de no ser amado por uno mismo, de que sólo se nos ama cuando somos complacientes, de que, en último análisis, no se nos ama, sino que se nos usa. 

Pero son estados equivocados, incondicionales que sucumben al éxtasis del amor sentido, porque el amor es pura locura.

24 de noviembre de 2011

Limonada para sobrevivir


¿Sabes? Podrías cometer un error, esconder ciertas cosas o simplemente quitarle importancia a muchas otras que realmente las tienen para ti,… y yo, seguiría con mi parte del medio limón. Porque te creería, solamente para mantener el jugo de limón en la mesa. No es fácil, pero tampoco difícil, solo hay que buscar el término medio de dar y recibir donde uno sonría y el otro se ría. Las cosas mejoran y el limón se humedece. Pon tu media naranja sobre la servilleta que yo estoy con mi vaso de agua, y mis fresas con nata. Sonríeme que yo te devolveré mi sonrisa. Porque al final descubres que todas las capas que te has ido tejiendo, la coraza que has ido construyendo a tú alrededor y todos los sentimientos que has aprendido a reprimir, se desvanecen cuando te das cuenta que aprendes que necesitas limonada para sobrevivir.