Al principio no sabía lo que ocurría. Mis oídos no oían, mi boca ni se abría, y mi corazón… de mi corazón mejor no hablemos. Y entonces, ocurrió algo: me solté, me sumí en el olvido. Oscuro, silencioso y completo. Encontré la libertad. Al perder la esperanza hallé la libertad.
Sigues fascinando a tus lectores con tales textos. Te admiro.
ResponderEliminarA.C.