"Aquel que solo sabe y recomienda hacer locuras sin que nadie entienda"

21 de noviembre de 2011

La mente del mono

Si le pido a mi mente que se quede quieta, es sorprendente lo poco que tarda en llegar al (1) aburrimiento, (2) indignación, (3) ansiedad, (4) tranquilidad o (5) todos los anteriores juntos. Como les sucede a la mayoría de los humanoides, sobrellevo lo que llaman la <<mente del mono>>, es decir, esos pensamientos que saltan de rama en rama, parando sólo para reírse, rascarse, o aullar. Desde el remoto pasado hasta el ignorado futuro, mi mente se columpia frenéticamente por los confines del tiempo, abordando docenas de ideas por minutos sin control ni disciplina alguna. Esto en sí, no supone necesariamente un problema; el problema es el estado de ánimo que acompaña al pensamiento. Las ideas alegres me ponen de buen humor, pero de golpe vuelvo a la preocupación obsesiva y estropeo el asunto; recordando un momento de indignación y me vuelvo a acalorar y cabrear; pero en ese momento mi mente decide que es un buen momento para compadecerse y,... me siento solo otra vez. Al fin y al cabo somos lo que pensamos. Los sentimientos son esclavos de los pensamientos y uno es esclavo de sus sentimientos. Sufrimos cuando nos consideramos un simple individuo que se enfrenta en solitario a sus miedos, defectos y resentimientos y, ante todo, a su mortalidad. Ahí es cuando verdaderamente necesitamos que nos cojan de la mano y nos digan que no estamos solos, o simplemente que nos miren a los ojos. Pero, ¿Y si no es así? En algún momento, tienes que aceptar las cosas como son, quedarte quieto y dejar que las cosas pasen solas. Porque al final aprendes que eres tú mismo antes que los demás, ya que en el fondo una mínima parte de las personas valen la pena, porque todos los demás te harán daño o te fallarán, y una vez pasa eso, nunca vuelves a retomar ese mismo camino, esos mismos pensamientos, o incluso, esos mismos sentimientos. Pero hay veces, que por mucho que queramos ponernos una coraza, hay millones de terminaciones nerviosas debajo, abiertas, expuestas y sintiendo demasiado. Porque por mucho que intentemos no sentir dolor, a veces es inevitable. A veces, es lo único que nos queda: Sentir y nada más.

 

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