"Aquel que solo sabe y recomienda hacer locuras sin que nadie entienda"

29 de marzo de 2012

La adicción del corazón


La adicción es típica en todas las historias de amor basadas en el encaprichamiento. Todo comienza cuando el objeto de tu adoración te da una dosis embriagadora y alucinógena de algo que jamás te habías atrevido a admitir que necesitabas (un cóctel tóxico-sentimental, quizá, de un amor atronador y un entusiasmo arrebatador). Al poco tiempo empiezas a necesitar desesperadamente esa atención tan intensa con esa ansia obsesiva típica de un yonqui. Si no te dan la droga, tardas poco en enfermar, enloquecer y perder varios kilos (por no hablar del odio al camello que te ha fomentado la adicción, pero que ahora se niega a seguirte dando eso tan bueno, aunque saber perfectamente que lo tiene escondido en algún sitio, maldita sea, porque antes te lo daba gratis). La fase siguiente es la de la flacura y la temblequera en el rincón, sabiendo que venderías el alma o robarías  a tus vecinos con tal de probar eso una sola vez más. Mientras tanto, a tu ser amado le repeles. Te mira como si no te conociera de nada, como si jamás te hubiera amado con una pasión fervorosa. Lo irónico del asunto es que no puedes echarle la culpa. Porque, vamos, mírate bien. Eres un asquito, un ser patético, casi irreconocible ante tus propios ojos.

Pues ya está. Ya has llegado al destino final del amor caprichoso: la más absoluta y despiadada devaluación del propio ser.

El hecho de poder escribir sobre ello tranquilamente a día de hoy es prueba indiscutible del poder balsámico del tiempo, porque no me lo tomaba nada bien conforme me iba ocurriendo. Y a mí me dicen que deje de vivir con mi mente y viva con el corazón, creo que ese es el problema, tener corazón.


1 comentario:

  1. En muchas ocasiones nos llega el momento de tocar fondo, de que nuestra vida se haga trizas. Sientes vergüenza cuando recuerdas todo el calvario que has pasado por muchas tonterías… pero, todo esto es necesario sentirlo, por toda la alegría y felicidad de esa realidad que hemos pasado. No te rindas y no renuncies al amor, porque siempre será este quien te ofrezca la verdadera felicidad.

    Tú lo dijiste la última vez, “somos seres que necesitamos amar y que nos amen”. No sé como lo haces pero siempre sabes cómo llegar al interior de todo el mundo. Quizá ese sea tu don.

    Victor :)

    ResponderEliminar