"Aquel que solo sabe y recomienda hacer locuras sin que nadie entienda"

3 de diciembre de 2011

Animal


No somos prisioneros de nadie aunque los demás quieran que lo seamos. No pueden domesticarnos con una sonrisa, un abrazo o un beso, como si fuéramos niños a los que nos van dando golosinas, porque si lo malo acaba pesando más que todo eso, solo demuestran una pésima actuación.
Somos seres que almacenamos información, sentimientos,… en pequeños rincones de nuestro interior. Cuando lo malo empieza a abarcar la gran mayoría del espacio, por mucho que nos callemos o intentemos disimular por no hacer daño al causante acabamos explotando. Echando las cosas en cara, gritando, lanzando cosas, acusando, expulsando de nosotros toda la rabia y enfados acumulados.
No nos sirven que nos escondan cosas, que nos mientan, que cambien las cosas a última hora o incluso que nos sustituyan, porque ahí, después de todo eso, un “te quiero” es como un “hola”, y esto hace que tus sentimientos se rompan, tus emociones vayan desapareciendo, tus ganas de compartir tu vida con alguien desaparezca. Porque dejas de sentirte especial. Especial cuando estas con esa persona, cuando te mira, cuando te sonríe, cuando te besa, cuando te hace reír…
Y lo único que empiezas a recordar de esa persona, son todas las sensaciones malas que has ido acumulando, porque no te llena nada de lo que hace aunque se dé cuenta e intente rectificar.
A veces lo mejor es desaparecer, quitarnos a esas personas de nuestras vidas y recordar solo los momentos buenos. Porque esto significará que algún día lo perdonaras, y te perdonaras a ti mismo. Pero hasta entonces, sino te atreves a hacer daño a nadie, lo único que te queda es actuar, sonreír, e intentar rehacer tu vida poco a poco sin compromisos, siguiendo el camino emocionante y excitante esperando en cualquier momento una reacción que lleve a otro enfado o molestación, convirtiéndonos así, en seres masoquistas, irracionales,... como los animales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario